Desde las horas previas era algo raro, Boca con un once confirmado y práctico, mientras River que sorprendió con un cambio de nombres y sistema.
Durante el primer tiempo, se vio un Boca con mucha actitud y tratando de imponer desde el primer minuto el ritmo y la forma de juego. Presión, juego corto, cubriendo los espacios y apretando a la defensa rival cuando se podía.
La visita no encontró ritmo, con dudas y sin conexiones de juegos. Errores defensivos propios del esquemas pensado. Boca le tapo las sociedades y dejó jugar Quintero lejos del arco.
La única jugada del peligro llegó a los 17 minutos de un tiro de esquina y un cabezazo de Mammana que Rossi salvaría en la línea. Después, solo fueron aproximaciones sin generar peligro en ninguno de los arcos.
Así se terminó los primeros 45, con un empate que le caiga bien al partido y con Boca que quedó mejor parado para la última etapa.
Tras el descanso, el equipo de Gallardo de rearmó, 3 cambios y cambios de sistema que le permitió manejar mejor la pelota, pero jamás llegó a generar peligro en el arco defendido por Rossi.
Boca, por su parte, soltó un poco más a Fabra y buscó mantenerse de la misma manera con Payero encima de Pérez y con Advíncula cubriendo su sector para evitar los desbordes de Casco y Suárez.
A los 18 ST, Boca tendría su primer situación de riesgo, desde la izquierda con un centro de Fabra y una volea de Pol Fernández que haría lucir a Armani mandando la pelota al córner. Y de ese tiro de esquina vendría el grito sagrado.
Un centro preciso de Ramírez con zurda, que sería impactado por la cabeza de Benedetto que tras un pique vencería al 1 de River para desatar la locura del hincha. Tras el gol, River intentó buscar abriendo la cancha y llenando de centros el área de Rossi bien defendido por el arquero y los centrales.
Solo quedó tiempo para la pierna fuerte y la expulsión de Rojo tras una falta de Beltrán. Después de 3 años, La Bombonera volvió a tener un clásico con hinchas. Y no podía terminar de otra manera con festejo y una nueva victoria.