Un primer tiempo en el que el local empezó con todo: muy agresivo en la ofensiva sobre todo por las bandas, Valentín Barco empezó a destacarse como los mejores en este aspecto. Edinson Cavani, tuvo su primer partido con la camiseta azul y oro, no se dedicó a quedarse en el área peleándose con los centrales rivales, sino que se despegó del área y se conectó en el juego. Miguel Merentiel, como el segundo delantero, fue quien se quedó más en el área y buscó el gol desde ese lado.
El problema se centró cuando los ataques del conjunto uruguayo llegaban: de contraataque, lastimó mucho al local, que mostró un vacío en el mediocampo notorio y eso fue algo que Jorge Almirón recalcaba desde el banco. Alan Varela parecía no encontrarse en partido y Pol Fernández siempre quedaba más adelantado.
El 4-4-2 que planteó el DT, fue un partido de ida y vuelta constante en el que, el equipo de la Ribera supo conectar primero con el gol. A los 12′ llegó el gran pase de Luís Advíncula para el cabezazo de Merentiel, sumado al envión anímico que mostraba el equipo atacando y yendo a buscar la victoria, calmaban las aguas y parecían guiar el resultado hacia el lado argentino que se puso en ventaja primero.
Pese a ello, bastaron sólo cuatro minutos para que la alegría se transforme en duda cuando el “bolso” consiguió el empate de la mano de Alfonso Trezza . Luego de esto, el partido cambió y quien consiguió el plus anímico fue la visita, que llegaba a través de las bandas complicando en varias situaciones a los dirigidos por Almirón.
Para el segundo tiempo, Bruno Valdéz ingresó suplantando a Nicolás Figal, que jugó al límite y se salvó de no ser expulsado. El cambiante resultado hacía crecer los nervios y eso se notó sobre todo en el zaguero. Más allá de esto, y cuando parecía que el encuentro se podía hacer cuesta arriba, apareció un jugador que, podemos decir, se reinventó y se transformó en una pieza importante de los ataques Xeneizes: Luis Advíncula.
Luego de un despeje a medias del jugador de Nacional, el peruano la colocó y estampó el segundo gol para el local y volvió a tranquilizar el panorama. Con ello, el conjunto azul y oro podía aprender del anterior error y manejar mejor el partido.
Llegando casi a los sesenta minutos, Weigandt ingresó por Merentiel, y diez minutos después Darío Benedetto sustituyó a Cavani. En el medio de estos cambios, Boca creció en los ataques y tuvo varias chances de estirar la ventaja, sobre todo con Cristian Medina teniendo una mayor participación y siendo el jugador desequilibrante que demostró ser en esta temporada.
La sustución de Nicolas Valentini por Marcos Rojo no sólo se debió a que el defensor viene de una lesión, sino a que también tampoco se encontró en partido y las veces que tuvo que ir a marcar, lo hizo con faltas constantes sin ser fino en la marca.
Nuevamente, con un contexto totalmente favorable, llegó el empate uruguayo y el delirio del público visitante en las tribunas. Aunque no demostró ser mejor, Nacional mostró mayor efectividad que su rival y lo obligó (pese a todas las oportunidades que tuvo Boca para ganarlo) a llegar a los penales.
Muchos dicen que es suerte, otros dicen que no, pero lo cierto es que en este aspecto Boca siempre tiene una vida más: si bien ha sufrido eliminaciones por este medio, también es verdad que históricamente los porcentajes de victorias sobre derrotas es notoria. Con un Sergio Romero especialista en penales, como en 2014 contra Holanda o como el propio Orión frente al mismo rival pero en 2016, el arquero se convirtió en pieza clave para generar la victoria xeneize, que selló Barco con el penal final y dejó la tanda de penales 4 a 2.
Boca pasó a los cuartos de final de la Copa Libertadores y espera a su rival que se definirá mañana entre Racing Club y Atlético Nacional de Colombia.