Un día como ayer pero hace un año atrás comenzaba la transformación de Boca. Con la llegada de la nueva dirigencia y con un Juan Román Riquelme como encargado del fútbol, se empezaba a renovar la ilusión.
Con la salida de Gustavo Alfaro, un viejo conocido volvía a ponerse el buzo de DT. El último campeón de una Copa Libertadores venia con un solo objetivo ser campeón en las últimas 7 fechas del torneo. Además de luchar por ese sueño que desvela a todos en Brandsen 805.
Así llegaba Miguel Ángel Russo, con un perfil distinto al saliente, pero parecía encajar perfecto para lo que el plantel necesitaba. Transmitir calma, y por sobre todo lo que significa jugar y llevar la camiseta sobre los hombros. Sin frases literarias, pero si con trabajo y sinceridad puertas adentro.
Con un cuerpo técnico renovado (Leandro Somoza, ex boca, y Mariano Herrón como ayudantes) hizo que todo el plantel cambie el chip y vaya si dio sus frutos. En sus primeros 7 partidos (6 victorias y 1 empate) ganó el torneo local siempre corriendo de atrás. Se lo ganó al eterno rival, al que enfrentará en el primer partido del año por la zona Campeón de la Copa Diego Maradona.
En la Copa el camino fue igual, piso fuerte en fase de grupos, a pesar del párate y la pandemia. Clasificó primero y hoy lo tiene a las puertas del inicio de una nueva semis ante Santos de Brasil. Justamente ese torneo, que el mismo reconoce tiene como obligación llegar a la final e intentar ganarla.
Supo convivir con los triunfos y con las tormentas tras las derrotas (sobre todo con Inter y Racing en la Copa). Así y todo se gano su renovación hasta diciembre del 2021 hace mucho tiempo. Miguel Russo ese que festeja a puño apretado con su “Vamos Boca, vamos Boca carajo”.
En estos 365 días dirigió 25 partidos, con 16 victorias, 5 empates y 4 derrotas. Logró darle firmeza y solidez dentro y fuera de la cancha, además de saber manejar un vestuario de egos y figuras. Levantó y recuperó jugadores y revalorizó a muchos relegados. De yapa después de mucho tiempo le dio lugar a los juveniles que le demuestran que no se equivoco con ellos.
Este es Miguel Russo, al algunos tildan de vago y él los calla con su trabajo en el campo. Y como dice “Son momentos, son decisiones” y bienvenidas sean.